¿Somos lo suficientemente libres para elegir nuestros alimentos?
- Realmente Sano
- 1 sept 2022
- 3 Min. de lectura
El derecho a la alimentación es universal al igual que en la Constitución Política de Colombia en su artículo 65, el cual :
“el Estado garantizará el derecho a la alimentación adecuada y a estar protegido contra el hambre y la desnutrición […]”
Por cuanto, todos los seres humanos se nos debe priorizar ese requerimiento biológico y social que nos permite relacionarnos con los demás y desarrollar funciones fisiológicas.
Cabe resaltar, que la normatividad no suele tener un plan de ejecución claro y específico que se aplique en la mayoría de la población colombiana, razón por la cual, los lineamientos relacionados con la alimentación solo quedan establecidos en intereses políticos y particulares.

Haciendo un análisis histórico, nuestros antepasados se basaban en la producción de maíz, chicha, frijol, quinoa, yuca, papa; productos que se cosechaban en reverencia a un dios y una creencia religiosa. Posteriormente, la colonización española hizo que se perdiera gran parte de los alimentos producidos por los indígenas, y la carne de cerdo, res, pollo, el trigo y el arroz, se convirtieron la nueva alimentación de aquellos tiempos. Siguiendo con la línea de tiempo, la Revolución Industrial generó un impacto positivo en la agricultura y en la conservación de los alimentos, por ejemplo, la innovación de Louis Pasteur en su proceso de “Pasteurización”, ocasionó el afán de aprender las técnicas culinarias para garantizar la calidad sus alimentos. Ya en los 90’s, la apertura económica que ejerció el gobierno de Cesar Trujillo permitió una política de comercio exterior y más adelante con el Tratado de Libre Comercio (TLC) alertó a los colombianos. Los productos locales empezaron a exportarse, pero también productos internacionales se importaron en las regiones para ser parte de la canasta básica de cada familia. Con ello también destacar que los monopolios e industrias alimentarias se establecieran en el país.

Entonces, ¿Dónde queda esa autonomía alimentaria? Si observamos que desde años nuestra alimentación viene cambiando constantemente y que las industrias alimentarias en los últimos años se han encargado de manejar el consumo de todas las personas debido a esos intereses económicos y políticos.
Hoy en día, se habla de preservar la soberanía alimentaria, que si bien es factor protector a la economía del campesino y de la salud de cada colombiano; la violencia que vive el país ha influido en que las tierras sean utilizadas para la producción y tráfico de estupefacientes por el afán de salir de la pobreza y tener una mejor calidad de vida, pasando a un tercer plano la cosecha de alimentos.

Dado lo anterior, el consumidor colombiano ha tenido que limitarse a acceder alimentos ultra procesados debido a que las condiciones ambientales, políticas, económicas y laborales le facilitan el proceso de alimentarse, que, si bien no es recomendado, le ahorra tiempo. Por otro lado, las “dietas de moda” que han ido surgiendo con el fin de mitigar los inadecuados hábitos alimentarios, han hecho que las personas restrinjan el consumo de ciertos tipos de alimentos porque son considerados “malos” para la salud y así, conservar una figura corporal, encontrándose dietas con poca variedad y en algunas ocasiones, de alto costo en el mercado.

Las industrias alimentarias, los cánones de belleza, las redes sociales, la satanización de los alimentos, las leyes, la violencia, el narcotráfico, el desempleo, la inequidad, el salario mínimo, el aumento de los precios de la canasta básica, la cultura alimentaria, el acceso y disponibilidad de los alimentos; son aspectos que pueden influir en la alimentación.
Les hago la pregunta, ¿Son lo suficientemente libres para elegir sus alimentos?
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